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  1. Bartleby y la falta de sometimiento

    martes, 11 de mayo de 2010

    Bartleby, the scrivener: a story of Wall Street (1853)
    Herman Melville


    Conseguirlo todo con una frase: "I would prefer not do" ("Preferiría no hacerlo"). No dar razones, solo ese verbo en condicional simple: preferiría. Mover el mundo a traves del verbo transitivo preferir... Bartleby gana, invade las mentes de su jefe y compañeros mediante su verbo desgastado. Y a través de el, somete a los demás, pues él jamás varía su modo de proceder. Y por no someterse, no se somete ni a los dictados del cuerpo. Y así, acaba como acaba. Pero vence en su ideal.

    En un principio Bartleby parece un estúpido sin contemplaciones. Y de hecho me he topado con algunos lectores que lo consideran insoportable, por no tratar de ver más allá de su pose. Realmente desconocemos cómo es Bartleby, qué impulsos le mueven a actuar -o a no hacerlo, más bien- de la manera en que lo hace. ¿Es un estúpido integral que se mueve por impulsos o es una inteligencia superior que acaba agotada de la vida, sin motivación alguna, que se deja llevar por la inacción? Por no hacer, al final, ni tan siquiera se alimenta. Ni le preocupa. Entonces, ¿Bartleby es un loco, un iluminado o pura desidia existencial?

    En algunas ocasiones a lo largo de la historia el narrador nos trasmite la idea de que "basta que sea irracional un solo hombre para que otros lo sean y para que lo sea el universo", en palabras de J. L. Borges. Y eso me llevó a Ahab, pues él, al igual que Bartleby, someten a quienes les rodean, aunque de muy diversas maneras. Horacio Vázquez Rial (en su introducción a esta novela breve, editada por la Biblioteca de El Sol en 1991) señalaba esta relación entre estos dos héroes melvillianos: "Si Ahab implicaba a los pobladores de su mundo en su obstinada acción hasta el punto de llevarles a la muerte, Bartleby implica a cuantos le rodean en su obstinada inacción y les conduce a un punto del que tampoco hay regreso". Obstinadas acción e inacción. Sí. Puesto que "el desafío de Ahab es activo; el de Bartleby, contemplativo. Pero ninguno de los dos, ni el que elige hacer ni el que prefiere no hacer, se somete".

    Las últimas frases de la novela redimen a Bartleby y a su jefe. Después de la indignación, con el final llega la calma y cierta sensación de culpabilidad. El ser implacables con nuestros semejantes cuando éstos no cumplen unas espectativas determinadas por una sociedad demasiado humana... Cada cual que decida por sí mismo. Corren malos tiempos para la lírica, el egocentrismo está a la orden de día y al final siempre nos dejamos arrastrar por la mayoría... Aunque nos queda siempre el regusto amargo de comprender que Ahab y Bartleby murieron por un ideal inalcanzable. Luchando.

  2. 2 comentarios:

    1. RebecaTz dijo...

      Anda, Hyp, leí este libro hace poco y me encantó. ¡La relación contrapuesta que planteas entre Bartleby y Ahab es genial!
      Abrazos.

    2. La luz es de Horacio Vázquez Rial, :P pero ¿verdad que es extraordinario? Me pregunto si Melville realmente concibió en algún momento a Ahab y a Bartleby como extremos...

      ¡Un beso fortísimo,guapa!

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